Adicciones
Las adicciones suponen un enorme impacto y sufrimiento en las personas que las padecen, así como en los familiares y en sus personas queridas.
Las adicciones aparecen cuando una sustancia o un comportamiento se va convirtiendo en un hábito persistente a pesar de que genera problemas en nuestra salud así como en distintas áreas de nuestra vida como en el trabajo, en la familia, en las amistades o incluso produciendo problemas legales.
Las adicciones pueden ser a sustancias como la nicotina, el alcohol, la cocaína, el cannabis u opiáceos o a determinados comportamientos como videojuegos, compras compulsivas, apuestas electrónicas, lotería, a la comida… Estas últimas cada vez son más frecuentes y afectan a personas más jóvenes.
Algunas cifras nos demuestran la importancia de las adicciones en nuestra sociedad actual:
- Alcohol: es la principal sustancia psicoactiva consumida en nuestro país. El 75,2% ha consumido alcohol en los últimos 12 meses, el 62,7% en los últimos 30 días y el 7,4% diariamente en los últimos 30 días.
- Tabaco: el 40,9% de los españoles ha consumido tabaco en el último año. En los últimos años ha surgido un repunte en el consumo asociado a nuevas formas de consumo (cigarrillos electrónicos)
- Cannabis: tiene una prevalencia en el consumo de un 9.1%, siendo la marihuana la forma más consumida, seguida del hachís. Hay una tendencia ascendente en su consumo y cada vez se inicia con una edad más temprana con las correspondientes consecuencias neurobiológicas, psicológicas, familiares, académicas, laborales…
- Cocaína: prevalencia del 2.2%, fundamentalmente en varones de 25-45 años.
- Opiáceos: el consumo de heroína está estabilizado en nuestro país desde los años 90, con un 0.2% de personas que la consume habitualmente. Sin embargo, en los últimos años se viene observando una tendencia creciente de personas dependientes a los tratamientos analgésicos opiáceos como el Tramadol, ketorolaco o morfina.
En los últimos años se ha ido pasando de un modelo “centrado en la droga” a otro más amplio centrado “en el individuo”. Como en otros trastornos mentales las adicciones surgen de la interacción de factores biológicos, psicológicos y sociales.
Las personas que presentan una adicción la mayoría de las veces tienen un trastorno mental asociado, como puede ser una depresión, un trastorno de ansiedad, trastornos por control de impulsos, trastorno por déficit de atención, trastorno de estrés postraumático… Cuando coexisten ambas patologías es lo que llamamos comúnmente patología dual.
En nuestro Servicio de Salud público existen dos redes para tratar a estas personas; por un lado, la red de adicciones y por otro la red de salud mental. En algunas ocasiones a los pacientes no se les aborda ambos trastornos de manera conjunta, dando lugar a lo que llamamos paciente de puerta equivocada, hecho que puede influir en el pronóstico y recuperación.
Las personas con conductas adictivas presentan diversos síntomas en función de la adicción que presenten.
Pueden presentar un deseo intenso por consumir la sustancia o ejecutar el comportamiento adictivo que generan elevada ansiedad, tener dificultades para controlar los impulsos con sentimientos de culpa o vergüenza posteriores, así como tener síntomas de dependencia psíquica o física, de tolerancia, o presentar un consumo problemático y de abuso (por ejemplo, no poder dejar de beber alcohol cuando se empieza)
Además, las personas pueden presentar síntomas afectivos, cognitivos, sensoperceptivos, rasgos de personalidad determinados, entre otros, por lo que es muy importante una adecuada valoración clínica y de orientación diagnostica para decidir la mejor actitud terapéutica.
Por suerte cada vez tenemos más recursos terapéuticos para hacer frente a las conductas adictivas y a los trastornos mentales asociados a las mismos. Lo primero es tener una buena alianza terapéutica que le ayude y acompañe en todo el proceso de deshabituación y recuperación, basado en un ambiente de colaboración, que no juzgue, basado en el respeto y la motivación.
Posteriormente en función de cada caso decidir la actitud terapéutica más idónea, ya sea un tratamiento farmacológico consensuado, intervenciones psicoterapéuticas individuales o familiares, que hayan demostrado eficacia y que le ayude a recuperar su proyecto vital.
