Trastornos neuropsiquiátrico: Demencia
Un porcentaje importante de personas que padecen una enfermedad neurológica pueden presentar a lo largo de su evolución clínica síntomas psiquiátricos, desde alteraciones en el sueño o el ánimo, a alteraciones de conducta, como las que ocurren en pacientes con demencia. Al fin y al cabo, los síntomas neuropsiquiátricos asientan en el mismo lugar: el cerebro.
Podemos considerar la demencia como un espectro de entidades como son la Enfermedad de Alzheimer, la Demencia vascular, la Demencia frontotemporal o la demencia por Cuerpos de Lewy, con una gran heterogeneidad clínica y de causas, que conlleva un sufrimiento en el paciente y su entorno. Por lo general son de curso crónico e irreversible, afectando a la capacidad cognitiva de quien la padece y que va más allá del propio envejecimiento cerebral.
Se calcula que entre el 5-8% de la población mayor de 60 años sufrirá de demencia en un momento determinado. Inicialmente los síntomas son leves y pueden pasar desapercibidos. En muchas ocasiones son los síntomas psiquiátricos y de conducta los que preceden al diagnóstico neurológico y los que más impacto tienen en su calidad de vida.
A menudo existe una falta de concienciación, información y de comprensión de lo que es la demencia, lo que nos lleva al estigma y al no dar una respuesta médica, psicológica, social y familiar a las personas que la padecen, generando un distrés emocional en su entorno muy importante.
Actualmente se están investigando fármacos que puedan curar o revertir la evolución de estas enfermedades. La Organización Mundial de la Salud no obstante aclara que existen numerosas intervenciones que pueden mejorar la calidad de vida de estos pacientes y de su entorno; como son un diagnóstico precoz y tratamiento, una optimización de la salud física, cognitiva y psicológica, una detección precoz de enfermedades físicas de manera concomitante, así como de los síntomas conductuales y psicológicos problemáticos para poder tratarlos rápidamente.
De nuevo un abordaje multidisciplinar resulta imprescindible para la valoración funcional, psicológica, médica y de cuidados de estos pacientes. Desde un tratamiento conductual que ayude a la organización de tareas y a tener unas rutinas saludables, a una estimulación cognitiva en las áreas que se puedan trabajar, evitando la frustración y la ansiedad del error, a un tratamiento psicofarmacológico para normalizar el sueño, los síntomas afectivos, psicóticos o comportamentales. Y por supuesto intervenciones familiares que ayuden a comprender lo que le está ocurriendo a su familiar, que cuiden al cuidador evitando el síndrome de bornout y que puedan tener un acompañamiento y apoyo profesional.
